EL DEBER DE TODO REVOLUCIONARIO, ES HACER LA REVOLUCIÓN.

El camino de Peñarol hacia el tricampeonato se fue construyendo como una revolución. Soñada, buscada, pensada, trabajada, colmada de obstáculos, bajas, pero culminada con festejos, alegrías, miles de personas festejando por las calles y el orgullo de haber alcanzado un objetivo ideal.

Para lograr el triunfo final fueron necesarios algunos factores claves. Y Este Peñarol los tuvo y los tiene.
Un líder claro dentro y fuera de la cancha como Leo Gutiérrez; su hombre de confianza que siempre le cubrió la espalda en cualquier terreno de juego o de lucha, Martín Leiva; el jefe de la vanguardia, un joven descarado, sin temores y con ganas de triunfar, Facundo Campazzo; aquel que por talento y esfuerzo tiene el complemento para ser el mejor en su puesto y es una garantía, Marcos Mata; y para cerrar el primer círculo de triunfo reapareció Kyle Lamonte, el extranjero deseoso de victoria que toda revolución necesitó.

De atrás siempre estuvo el pelotón que sostuvo a la primera línea, el laborioso y adaptado Matías Ibarra; el francotirador local Selem Safar; Nicolas Lauria que sufrió heridas pero aportó siempre desde el lugar que le tocó; desde Chaco otro que hará historia, Franco Giorgetti; y en el primer frente de pelea los experimentados y ganadores Alejandro Reinick y Pablo Barrios.

Desde afuera fueron comandados por el entrenador más ganador, Sergio Hernández, quien también confió en Mariano Castets, Salvador Giletto, Julián Morales, Pablo Alderete y Derrick Roland.
Pero como en las mejores revoluciones, en este caso, también hubo lugar para cumplir un gran anhelo durante el camino de lucha. Andrés Nocioni durante cinco partidos le dio vida al sueño de los hinchas peñarolenses. El Chapu bajó de tierras norteamericanas para festejar en el Super 8 y lucir la camiseta milrayitas por Córdoba y la Banda, Santiago del Estero. Y Luego partió, pero con el deseo de un pronto regreso.

Estos revolucionarios tuvieron la inesperada y dolorosa salida de su capitán Sebastián Rodríguez, las momentáneas bajas de Lamonte, Mata, Gutierrez, Reinick; recorrieron una docena de ciudades con más victorias que derrotas, pero la gran batalla la dieron en la Capital Federal y el triunfo milrayita desató la alegría popular y la fundación de una nueva era en la LNB. Peñarol lo consiguió. Es el primer tricampeón de la historia. El deber de todo revolucionario, es hacer la Revolución. Ellos lo hicieron.

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